lunes, 3 de enero de 2011

Asi se lucha en Colombia


“Aquí no habrá tiranos ni anarquía mientras yo respire con la espada en la mano.“
SIMÓN BOLÍVAR.

¡Bolívar vive, la lucha sigue!

Hacia mediados de la década de los años 60 la oligarquía más reaccionaria del país lanzo la más sangrienta ofensiva militar contra el pueblo colombiano. La criminalización y uso del terror que en ese momento se dio contra las comunidades campesinas del Pato, Guayabero, Marquetalia y Riochiquito, quienes exigían su derecho a una vida digna, no fue otra cosa que la demostración de la demencia de los ricos y poderosos para salvaguardar sus riquezas e intereses bajo la mirada complaciente de la estrategia imperialista estadounidense.

El intento de arrasar por la vía militar con la resistencia campesina encabezada por Manuel Marulanda Vélez, Jacobo Arenas, Hernando González Acosta, Isaías Pardo, Joselo Lozada, Ciro Trujillo, Myriam Narváez, Miguel Pascuas, Georgina, Fernando Bustos y Jaime Guaracas, junto con el resto de sus camaradas que se alzaron en armas contra el abandono y opresión del Estado; empujo al país al doloroso camino de la guerra que ha dejado como resultado más de cinco décadas de desangre del pueblo colombiano, al tiempo que la burguesía que nos explota se enriquece y goza de un sinnúmero de privilegios en distintos lugares del mundo, fomentando su agudización sin padecer realmente lo que es el conflicto social y armado colombiano.

A lo largo de nuestra historia, la burguesía pocas veces ha tenido que afrontar las realidades de la guerra como la desaparición, tortura o asesinato de un ser querido, ó ¿cuando se ha escuchado que un Santodomingo, un Ardila Lule, un Sarmiento Angulo, un Lleras, un Santos o un Uribe haya muerto víctima del conflicto colombiano?. Sencillamente para las clases privilegiadas del país, la guerra nos es más que una herramienta funcional que garantiza sus privilegios, mientras que la gran mayoría de la población se hunde en la violencia y la miseria, luchando por subsistir en una sociedad en donde la dignidad de la vida perdió su real significado.

Gobiernos como el del ex-presidente Álvaro Uribe Vélez y su política de la Seguridad Democrática le permitieron a la oligarquía colombiana avanzar de una forma extraordinaria en sus estrategias e intereses. Ningún gobierno en la historia de Colombia había otorgado tantos privilegios a los ricos y poderosos, a la vez que generaba un detrimento sin igual en las condiciones de vida de la mayoría de población.

Mientras que la economía colombiana crecía con cifras nunca antes vistas, aumentaba la pobreza, exclusión y desigualdad social; mientras que para unos pocos ofrecía seguridad inversionista y altas ganancias financieras, el desempleo y el subempleo crecían a la par que los trabajadores vendían su fuerza de trabajo sin unos dignos derechos laborales; mientras que entregaba nuestro territorio y recursos naturales a la explotación de grandes empresas transnacionales, despojaba al campesinado colombiano de sus tierras por medio de la sangrienta y macabra estrategia paramilitar; mientras en su discurso inicial prometía la búsqueda de la paz mediante el dialogo, cedió nuestra soberanía a los intereses de los Estados Unidos e incremento la guerra en nuestros campos y ciudades; mientras se vanagloriaba de su respeto y obligación con los derechos humanos, en nuestro territorio se vivían masacres, asesinatos selectivos, ejecuciones extrajudiciales mal llamada “falsos positivos”, chuzadas, montajes judiciales, criminalización de la protesta, estigmatización de la opinión diferente y aparición de Fosas Comunes al lado de Brigadas del ejercito (como en el caso de mas de 2000 cuerpos en la Macarena).

Hoy nada es diferente. La elección de Juan Manuel Santos, no es más que la sucesión del gobierno de Uribe y la perpetuación en el poder de las clases poderosas por medio de la continuación de la política de Seguridad Democrática bajo su rebautizo como Prosperidad Democrática. En esta, bajo un discurso que supuestamente propone la búsqueda de la verdadera libertad (condicionada por las leyes y el monopolio de la fuerza), ligada a la justicia y el bienestar social, el aparente respeto a la vida y la efectividad de los Derechos burgueses estipulados en la Constitución del 91; una vez más, se disfrazan las verdaderas intenciones del régimen descompuesto que surge de la dominación de los monopolios financieros, de los grandes señores de la tierra y de la facción más reaccionaria de las clases dirigentes del país.

El Gran Acuerdo de Unidad Nacional por la Prosperidad, no es otra cosa que la materialización de la exclusión y persecución política de las castas dominantes contra los pobres y excluidos. La ley de victimas, la ley de tierras, la reforma a la Justicia, la reforma al régimen de regalías, la modificación a la regla fiscal y demás reformas propuestas por el gobierno Santos, no son otra cosa que la legalización y legitimación de la forma de continuar con la redistribución de la riqueza, donde se despoja a la población de menores recursos en beneficio de la concentración de la misma en manos de la plutocracia nacional.

Bajo el poderío de las clases dominantes del país, la vida de la gran mayoría de la población colombiana, no ha sido más que un factor mercantilizado dentro del sistema económico, cuya utilidad es la producción de ganancias para el gran capital. En este sentido, el derecho a la vida se simplifica al derecho a nacer, dejando de lado la efectividad de los derechos integrales del ser humano para su desarrollo pleno, que garantice unas condiciones de vida digna con el ejercicio pleno de los derechos a la vivienda, la educación, la salud, el trabajo, la alimentación, al ambiente sano, al territorio y la memoria.

200 años después del grito de Independencia los herederos de Santander mediante la combinación de las más variadas formas y estrategias buscan su perpetuación en el poder. Desconocieron el legado de Bolívar, asesinaron al caudillo del pueblo Jorge Eliécer Gaitán, exterminaron la esperanza representada en la Unión Patriótica, y fortalecieron el desarrollo del terror y la maquinaria inhumana del paramilitarismo.

La responsabilidad de la continuación del conflicto no es del pueblo que hoy resiste en armas, sino de aquellos que para la defensa de sus intereses se han encargado de oprimirlo. Pero a pesar de la oscura noche en la cual la oligarquía ha sumido a la nación colombiana, hoy como hace más de cincuenta años el pueblo en resistencia continua en la búsqueda y construcción de una patria en paz, con soberanía, con justicia social, en donde ya no existan ni pobres ni oprimidos: la Nueva Colombia.

Ni la sevicia, ni la impunidad, ni mil bombas podrán detener la revolución del Pueblo que se ha echado a andar. Llega la hora de la rebelión, llega la hora del pueblo, llega la hora de Bolívar!!

Podrán exterminar inclementemente a miles de nosotros y nosotras, podrán haberse llenado de triunfalismo y segado cobardemente la vida de camaradas como Iván Ríos, Jorge Briceño, Lucero Palmera, Mariana Páez, Martín Caballero, Mayerli, Raúl Reyes y demás caídos en la lucha; pero nuestras convicciones y compromiso irán hasta obtener junto al pueblo la victoria final.

El Movimiento Bolivariano seguirá desde la clandestinidad aglutinando a todas aquellas personas que junto al pueblo trabajamos en la difícil tarea de la construcción de una país diferente y la salida política al conflicto social y armado. No perdonaremos, ni olvidaremos hasta que sean juzgados los apátridas y genocidas que han pisado nuestra bandera, que han asesinado a nuestros hombres y mujeres, y que hoy siguen ostentando el poder. No descansaremos ni desfalleceremos hasta que logremos la Nueva Colombia, la Patria Grande y el Socialismo: el país de las mayorías, el proyecto del Libertador, la patria del pueblo!!

¡Camaradas Iván Ríos, Jacobo Arenas, Jorge Briceño, Lucero Palmera, Manuel Marulanda Vélez, Mariana Páez, Martín Caballero, Mayerli, Raúl Reyes y demás caídos en la lucha; ante el altar de la patria: hemos jurado vencer, y venceremos!

¡Viva Bolívar, porque Simón Bolívar vive y su espada libertaria recorre América!

Por la Nueva Colombia, la Patria Grande y el Socialismo.

Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia.
Bogotá - Colombia
Noviembre de 2010.
Año del bicentenario del grito de independencia

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